Preservar significa: Proteger o resguardar a alguien o algo, intentando conservar su estado, de un daño o peligro.
Nosotros somos el Ser, Absoluto, Pleno y Perfecto. La vida eterna.
Sin embargo, quisimos experimentar el estado opuesto, es decir, la limitación, la carencia y la imperfección. La muerte. Para poder tener esta experiencia del estado contrario, imaginamos "el sueño de la separación", que es todo lo que ahora percibimos.
"El sueño de la separación" es una APARICIÓN en la Consciencia, como lo es cualquier otro sueño que "vivimos" al dormir por la noche.
Al igual que nuestros sueños nocturnos, este sueño de separación no es real y desaparecerá en la nada porque es nada, es decir, no es nada verdadero que vaya a perdurar, es sólo es una imaginación, un pensamiento transitorio y temporal, que aparece en un momento dado para luego desaparecer.
Para que se pudiera experimentar el Ser Absoluto como un ser limitado y que pareciera real esta experiencia, diseñamos un mecanismo de olvido de nuestro verdadero Ser.
Este mecanismo es el ego y no es más que un conjunto de pensamientos y creencias que nos hacen creer y sentir ser una persona. Nos llevan a creer ser una persona separada y distinta de la Totalidad de la Manifestación y de nuestro verdadero Ser.
Nos hacen creer ser una persona limitada, carente, imperfecta y mortal.
Nos hacen sentir todo lo contario al Ser Absoluto que somos.
Para que "el sueño de la separación" pudiera tener una cierta duración dentro de la ilusión del tiempo, dispusimos que el ego tuviera un arsenal de estrategias, las cuales le permitieran preservarse, conservarse, subsistir y continuar a lo largo del sueño.
A todas estas estrategias las llamamos "las estrategias de preservación del ego". Con todas ellas el ego trata de evitar desaparecer y mantener su tiranía de engaño sobre nosotros.
Todo aquello que nos reafirma nuestra creencia de ser nuestro cuerpo, nuestra mente o nuestro espíritu (individual) es una estrategia de preservación del ego.
Las enfermedades, los dolores físicos, los dolores emocionales, los placeres físicos, el victimismo, la culpa, la arrogancia de creerme importante, el orgullo de sentirme especial y distinto a los demás, la arraigada compulsión a juzgar y condenar, son algunos ejemplos de estas estrategias. Todas ellas tratan de mantener anclada nuestra atención en el mundo físico, en el cuerpo, para impedirnos voltear a contemplar la verdad en el mundo metafísico, en el Ser.
Dentro del sueño de la separación se da una especie de juego a las escondidas, donde el Ser Absoluto juega a perderse y a encontrarse.
Vive en el miedo escondiendo el amor que es.
Ninguna película del cine se pone interesante ni tiene sentido hasta que aparece el villano en escena. Hasta que aparece el antagonista del protagonista.
El ego es "el antagonista del Ser" dentro de la película llamada "el sueño de la separación".
Más el ego no es una entidad con vida propia, es sólo una creencia, que vive mientras creamos en ella. Esta creencia es la de creer ser una persona. Seré una persona limitada, carente, imperfecta y mortal -que cree necesitar adquirir mil cosas para ser plena- hasta el día en que deje de creerlo.
Mientras tanto, viviremos en el mundo del miedo donde prevalece el odio y el ataque, hasta que seamos capaces de vislumbrar su irrealidad y nos demos cuenta de su divinidad subyacente.
Solamente seremos libres hasta que retiremos nuestra atención de las ilusiones en sí mismas y la pongamos a contemplar el poder divino que hace posible el surgimiento de todas ellas.
Aunque hayamos asumido transitoriamente la forma de una ola, nunca hemos dejado de ser el océano mismo.
El juego de las escondidas que se desarrolla dentro del "sueño de la separación" termina una vez que nos damos cuenta que no somos el personaje dentro del sueño que creemos ser, sino que somos quién sueña el sueño. Así las ilusiones del mundo dejarán de engañarnos y atormentarnos con su apariencia de realidad y podremos entonces vivir en paz, gozando la dicha de sabernos la plenitud misma.
